Un fino cristal
E. era increíblemente valiente, siempre despreciaba la idea de idolatrar al sentimiento más querido por las personas, no entendía como podían llegar a perder la cabeza hasta unos extremos realmente incomprensibles, decía que quizá era que buscaban un equilibrio entre las dos cosas, pero a su parecer eso era realmente imposible, sin llegar a entender cual era el motivo de querer atarse, de querer asfixiarse, si luego anhelaban la libertad…. Hasta que se vio en su propia historia, con sus propias locuras y sus asfixiantes pensamientos.
Llegué a interpretar sus palabras como si fueran un medio de consolación a sus propios problemas que cada vez le abrumaban más.
-Sabes? cuando la oscuridad te rodea solo quieres cerrar los ojos y dormirte, que pase el tiempo…y olvidarte.
La esencia de E. había desaparecido, solo me encontraba delante de una chica con el rimel corrido, fumándose un cigarrillo y auto convenciéndose de su situación y de las palabras que sonaban absurdas en su cabeza pero que a medida que las incorporaba a sus conclusiones se iban formando en razonamientos más que pasables.
Solo podía observarla e intuir que era lo que ocurría por los pequeños detalles que anunciaba en cada frase que repetía dos veces, la segunda más firme que la primera.
-Cuando decidí adentrarme en este universo paralelo no sabía las consecuencias que podía llegar a tener si hacía un movimiento en falso o finalmente si caía, como ha sucedido.
Me sonrió tímidamente, acto seguido bajó la cabeza y empezó a negar, frunció el ceño, como si algún pensamiento quisiera derribarla, me volvió a mirar pero esta vez me encontré con E. cara a cara, esa mirada era la suya, contemplaba lo que hacía desde la otra punta del sofá, decidí ir a por un vaso de agua y se lo llevé, lo cogió y lo observó detenidamente.
-Como ves el vaso?
No me esperaba esa pregunta, siempre he sido de las que me ha dado igual como ver un vaso, si medio lleno o medio vacío, es un vaso con agua, nada más, eso no puede determinar mi personalidad…
Le negué con la cabeza y de su boca salió un suspiro que inundó parte de la habitación, agachó la mirada y dos grandes lágrimas le acompañaron en el trayecto.
-A veces, al no poder agarrarme a nada, me vienen de golpe las cosas que nunca le dije. A veces, sin querer, sostengo en mis manos todos los recuerdos que me ha robado, sin explicaciones, porque sí, decidió arrebatarme de golpe la historia que teníamos-. Parecía que iba a destrozar el cojín que tenía entre sus manos, estrujándolo y doblándolo, sin quitarle la mirada de encima.
Entonces comprendí que era más doloroso los recuerdos que la propia pérdida. Esos recuerdos que se quedaban grabados en la memoria con forma de castigo, que te hacían esperar en un rincón sintiéndote la persona más pequeña del universo y que observaba al resto de la humanidad con su felicidad. Mientras tu, solo querías refugiarte entre tus sábanas, que te hacían sentir en calma, como si dentro de ellas no existiera el dolor.
E. solo quería pasar su tiempo de luto, un tiempo en el que las lágrimas marcaban el recorrido de sus mejillas, donde alguna vez la veías sonreír, pero sabías que esa sonrisa era más frágil que un fino cristal.
A ti E.
Dreily
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