Como un girasol
N. encontró su lugar muy lejos de aquí, pero le costó muchos disgustos, alguna que otra desilusión, dos o cuatro corazones rotos y mucha paciencia.
Hace no mucho que vuelvo a tener contacto con N.
Echaba de menos esas bromas estúpidas que solo N. entendía, su manera de ver la vida y la armonía tan relajada que transmitía.
Es cierto que a pesar de todos los obstáculos que ha tenído que saltar nunca faltaba su mirada tranquilizadora acompañada por esa sonrisa dulce y compasiva.
Pero un día todo eso dejó de estar a mi lado, N. decidió marcharse lejos, olvidarse, aprender de los errores y empezar de nuevo.
N. no compredía como alguien al que había querido tanto podía hacerle sentir que no valía absolutamente nada, cómo ella dijo..
-Me siento como un girasol cuando se esconde si él no está, me marchito por dentro sin él pero me consumo cuando estoy a su lado.
Recuerdo que eso me lo dijo con una maleta entre sus manos y extendiendo una ilustración que le hice por su anterior cumpleaños, me pidió que se la guardara… No sabía a donde iba, solo se dejaría llevar hasta encontrar su lugar.
Sentía que su vitalidad no había sido destruida pero que su paciencia había desaparecido..
-Todo el mundo siente odio cuando la tristeza es su acompañante, pero yo no tengo fuerzas para odiar, solo quiero irme lejos, llámame cobarde pero es la manera de empezar de nuevo, de volver a sentir el aroma de la esperanza.
Sus plabras, siempre acompañadas por el humo del cigarro, se desvanecieron cuando en su cabeza empezaron a revolotear cientos de recuerdos…
Se levantó, cogió sus billetes y desapareció por una larga temporada.
N. no fue cobarde, todo lo contrario, supo mantenerse al margen del dolor, coger las riendas de su vida y volver a caminar en sus aventuras.
Continúa allí, lejos, pero su orgullo se ha vuelto a recomponer y de nuevo vuelve a sentirse libre.
Aunque siempre con una mano en el corazón que quedó dañado por tanto malestar…
a N. por su valentía.
Dreily
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